03 noviembre, 2014

Sin saber por qué.

Nacimos, sin saber por qué, cerca del mar.
En un mundo lleno de tiburones,
dentro y fuera del agua.

Crecimos escondiéndonos detrás de las rocas
cada vez que nos veíamos y sentíamos cerca.

Vivimos rodeados de fuego.
Ardiente fuego siempre en continua exaltación.
Volviéndose más rudo
cada vez que nuestras vidas se cruzaban,
casi siempre poco más de unos cuantos míseros segundos.
Vivimos sin saber que las cenizas cuando chocan avivan la llama.

Morimos pronto.
En el olvido.
Uno frente al otro, pero sin un nosotros.
Sin saber que estuvimos conectados al nacer.
Desperdiciando un terrible error que nunca cometimos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario