09 junio, 2015

Selva y se va.



Casi se puede sentir el viento.
Casi se puede sentir el calor.

Somos las burbujas de la pantalla en espera del ordenador, 
de aquí para allá, lentas y tropezando unas con otras,
mientras yo espero a que se aleje el tic-tac de tu reloj, 
para que vuelva a caminar el mecanismo de mi corazón. 

Eres como el cigarrillo de las tardes que siempre apagas antes de que pueda terminarse
y eres como ese irresistible olor a café.

Y yo soy, mientras tú eres. 

Casi se puede sentir el viento. 
Casi se puede sentir el calor.

Tropecientos mil cuadraditos de metal construidos sobre la objeción de los demás,
que separan mi miedo de tu amor.

Casi, pero no.