01 noviembre, 2014

763 horas de vida.

Este ruido me está matando.
Es como en esas series americanas en las que el protagonista puede ver fantasmas y oye mil voces en su cabeza que le cuentan sus penas.
Pues yo oigo un millón más, pero éstas me hablan de la muerte.
Y no de muerte cualquiera, sino la explosión de sus almas.

Aunque lo peor viene en las noches,
cuando sólo queda tu voz y no consigo deshacerme de ella.
Me hablas de la vida con tu alegría y tu esperanza de felicidad permanente. Me explicas que vivir es un privilegio que solo se le concede a unos pocos.
Pero yo no lo veo así.
Y lo sabes.
Y te cabrea.
Y me encanta que te cabrees porque significa que te importo, aunque parezca egoísta, ya sabes que yo vine así de fábrica.

Aunque no tiene mucho que ver, 
yo soy así de incoherente, 
quiero que sepas que adoro mirar el cielo.
Me inspira y me tranquiliza.
Es hermoso, como tú.
Estar contigo es como sentirse volar, corretear por las nubes.



Así que, por favor, no calles.
No me dejes con aquello que más odio sin ti:
el silencio.                  

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