16 marzo, 2014

Querer romper lo irrompible.

Y vuelven esos pensamientos otra vez. Vuelven los recuerdos, los sentimientos, los malos ratos. Vuelven los nervios, el estrés, el rencor, el odio, el amor, la tristeza, las lágrimas, las ganas de gritar... Vuelven las ganas de dejarlo todo.

Pienso y recuerdo. Y pienso demasiado, hasta que oscurece, hasta que amanece, hasta que pasan meses.

Me derrumbo, me desgarro por dentro, simplemente caigo y caigo, siento mi cuerpo precipitarse y mi mente... ¿Acaso es MI mente? Porque sólo siento cómo me juega malas pasadas, cómo quiere verme derrotada y sin aliento.

Y dejo de ver el arco iris, el blanco o el gris. De repente todo se ha vuelto negro.

¿Ésta soy yo? ¿Qué han hecho con esa niña que tenía sueños y sueños? ¿Con esa que a pesar de vivir en soledad tenía fuerzas para levantarse por las mañanas cuando los rayos del sol asomaban por su ventana?

Porque ahora sólo puedo sentir odio. Odio por él, odio por ella, odio por ellos, odio por los que ni siquiera sé que existen. Odio por mí. Eso es todo. Odio por quien soy, por cómo soy, por quien nunca podré ser.

Querer romper lo irrompible. Destrozarme, eliminar todo aquello que me hace avergonzarme de mí misma, pero... ¿Es que aún tengo algo que valga la pena tener? Porque no quiero seguir viviendo la vida si es para vivirla así.

He llegado al final. Eso me digo todas las noches, antes de ir a dormir.

A veces pido ser más fuerte, otras prefiero no seguir siendo fuerte, no seguir poniendo esa sonrisa tan desfavorecedora para demostrar que todo anda bien.

¿Vendrá alguien? ¿Conseguirá alguien ver mi desesperada señal de auxilio y correrá a rescatarme? ¿Será alguien el Ken de esta encantadora Barbie rota?