15 octubre, 2014

Ladrón de palabras.


"La noche es más oscura justo antes del amanecer".

Puede que esa sea la razón por la que mis besos saben mejor de madrugada
o quizás sea que mis ganas de ti aumentan cuando hablamos de mañana,
porque sé que te irás en cuanto empiece a salir el Sol.
Como cada día.
Y siento lo mismo que si metiese un gol
en mi propia portería:
Rabia, impotencia y vergüenza.
Rabia por tener que verte día tras día partir.
Impotencia por no ser para ti una buena razón que te haga quedar.
Vergüenza por estar ante ti con mi alma desnuda,
al igual que mi cuerpo,
dejando que juegues con mis sentimientos,
como cuando antes pasábamos las tardes jugando al Scrabble.
Pero ahora tú te has llevado todos los puntos
y me dejas a mí únicamente con las letras
que forman diez, veinte o treinta palabras por segundo,
frases sin sentido,
que intentan ganar la batalla por la que vivo,
esa en la que se disputa quién ganará tu mente y tu corazón.
Y, honestamente, espero ser yo.

Todo esto me está haciendo perder la razón.
Porque... ¿Qué ocurre cuando el girasol se enamora de la luna?
Así de atormentada me tienes,
enamorada de la noche.
Tu noche.
Mientras otros prefieren la mañana y el día.
Tu día.
Y es que eres como la luna.
Con dos caras.
Pero yo me quedo con la oscura.
La que no se ve, la que los demás nunca logran ver.
Porque esa es la que mejor te refleja
y sólo la has mostrado conmigo.
Cuando me hablas de tu futuro, con esa voz de niño ilusionado
o de tu pasado, con una voz ronca que derrama dolor.
Cuando dormimos abrazados.
Cuando me cuentas historias acerca de una chica engreída que se enamora de su ladrón.
Cuando bailamos por todo el salón,
sin música, pero igual de apasionados.
O cuando me cantas al oído mientras miramos las estrellas brillar acostados en mi terraza.

Y quiero que te quedes,
por si aún no ha quedado claro.
Quiero que me despiertes con un beso,
que el primer café del día lo tomes conmigo
y luego... No sé... Haremos lo que quieras.
Te prometo que esta vez no me quejaré.
Podremos quedarnos en la cama hasta las diez.
Sólo despiértame y quédate todo el día.



Atentamente, tu chica ya no tan engreída.




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