Rosas amarillas que caen a sus pies.
Las manos que las tiran,
temblorosas,
se alzan al momento,
hacia el cielo.
Un inocente
suplicando el perdón
de los mentirosos.
Los pétalos afortunados
que se lleva el viento,
se confunden con los otros
y se escapan recorriendo el suelo.
Ahora nadie se adueñará de ellos.
Nadie sonreirá al verlos.
Ya no queda paz
entre tanto tormento.
Las manos temblorosas,
frías como sus sentimientos,
caen a sus costados.
No hay más remordimientos.
Las manos que las tiran,
temblorosas,
se alzan al momento,
hacia el cielo.
Un inocente
suplicando el perdón
de los mentirosos.
Los pétalos afortunados
que se lleva el viento,
se confunden con los otros
y se escapan recorriendo el suelo.
Ahora nadie se adueñará de ellos.
Nadie sonreirá al verlos.
Ya no queda paz
entre tanto tormento.
Las manos temblorosas,
frías como sus sentimientos,
caen a sus costados.
No hay más remordimientos.
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