"La noche es más oscura justo antes del amanecer".
Puede que
esa sea la razón por la que mis besos saben mejor de madrugada
o quizás sea
que mis ganas de ti aumentan cuando hablamos de mañana,
porque sé
que te irás en cuanto empiece a salir el Sol.
Como cada
día.
Y siento lo
mismo que si metiese un gol
en mi propia
portería:
Rabia,
impotencia y vergüenza.
Rabia por
tener que verte día tras día partir.
Impotencia
por no ser para ti una buena razón que te haga quedar.
Vergüenza
por estar ante ti con mi alma desnuda,
al igual que
mi cuerpo,
dejando que
juegues con mis sentimientos,
como cuando
antes pasábamos las tardes jugando al Scrabble.
Pero ahora
tú te has llevado todos los puntos
y me dejas a
mí únicamente con las letras
que forman diez, veinte o treinta palabras por segundo,
frases sin
sentido,
que intentan
ganar la batalla por la que vivo,
esa en la
que se disputa quién ganará tu mente y tu corazón.
Y,
honestamente, espero ser yo.
Todo esto me
está haciendo perder la razón.
Porque...
¿Qué ocurre cuando el girasol se enamora de la luna?
Así de
atormentada me tienes,
enamorada de
la noche.
Tu noche.
Mientras
otros prefieren la mañana y el día.
Tu día.
Y es que
eres como la luna.
Con dos
caras.
Pero yo me
quedo con la oscura.
La que no se
ve, la que los demás nunca logran ver.
Porque esa
es la que mejor te refleja
y sólo la
has mostrado conmigo.
Cuando me
hablas de tu futuro, con esa voz de niño ilusionado
o de tu
pasado, con una voz ronca que derrama dolor.
Cuando
dormimos abrazados.
Cuando me
cuentas historias acerca de una chica engreída que se enamora de su ladrón.
Cuando
bailamos por todo el salón,
sin música,
pero igual de apasionados.
O cuando me
cantas al oído mientras miramos las estrellas brillar acostados en mi terraza.
Y quiero que
te quedes,
por si aún
no ha quedado claro.
Quiero que
me despiertes con un beso,
que el
primer café del día lo tomes conmigo
y luego...
No sé... Haremos lo que quieras.
Te prometo
que esta vez no me quejaré.
Podremos
quedarnos en la cama hasta las diez.
Sólo
despiértame y quédate todo el día.
Atentamente, tu chica ya no tan engreída.
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