No tienes la necesidad de hablar
cuando tus ojos reflejan con precisión, furia y desesperación aquello que
realmente anhelas.
Porque de lo único que tienes ganas es de acabar con esta farsa y saltar de una vez la valla,
esa valla que
separa lo que los demás esperan de ti de aquello que te gustaría ser, gritar y
vivir.
La valla de los valientes la llaman,
creo.
Pero no, tú no lo eres, ¿no es eso
lo que siempre has querido creer?
Eres cobarde.
Cobarde para saltar, para hablar e
incluso cobarde para atreverte a reír en lugar de llorar.
¿Es que acaso ser valiente no es
tenerle miedo a la cobardía?
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